lunes, 28 de junio de 2010

PANDILLISMO EN CHILE Y EL MODELO CENTROAMERICANO.

Prof. Dr. Humberto Lagos Schuffeneger
- 2008 -
PANDILLISMO EN CHILE Y EL MODELO CENTROAMERICANO

Tras el objetivo analítico de reconocer, hipotéticamente, la realidad presente y futura de la actividad de pandillas en la sociedad chilena con un respaldo motivacional proveniente de las experiencias centroamericanas, me aproximo al tema a partir de algunas constantes que integran el perfil de los respectivos grupos sociales minoritarios “reconocibles” en nuestros ambientes.

Como sustento teórico de los análisis inclusos, debo recordar que, por ejemplo, el modelo pandillero “Skin-Heads neonazi” tiene procedencia extranjera (alemana más específicamente), y que en su imitación (mímesis), las células grupales que lo instalan en la sociedad chilena están reproduciendo, y continuarán en ello, las conductas ya experienciadas en las sociedades de origen. Pandillas, Tribus Urbanas, Sectas Religiosas radicalizadas, Anarkos, Okupas, etc., constituyen fenómenos sociales originarios de otras latitudes geográficas, y por ello, en mi lectura interpretativa, cuando se instalan en el país de acogida, simplemente repiten las acciones ya asumidas en los lugares de proveniencia.


1. El fenómeno social de las “bandas pandilleras centroamericanas”, denominadas “Maras” (Guatemala) y “Salvatruchas” (El Salvador y otros países), es uno de aquellos que he seguido analíticamente desde hace ya varios años, en el contexto de investigaciones respecto de temas sociológicos de “minorías sociales” en Chile y otros lugares geográficos.

2. La génesis del fenómeno pandillero centroamericano, parte básicamente por conductas imitativas de estructuras “sectarias juveniles” generadas en los EE.UU. Luego asume las peculiaridades del contexto social nacional específico, adicionando las particularidades de pobreza e injusticias que diezman las expectativas de los jóvenes, con injerencia de las características de espacios políticos desestabilizados por la presencia de regímenes militares que incluyen temas represivos absolutamente desestabilizantes, y eficaces generadores de inseguridad individual y colectiva. Se suma, luego, el tema de la droga, y la estructuración del pandillismo que analizamos desemboca en los ambientes de “Pandillas” con variados y altos contenidos de violencia y delictualidad.

3. La motivación de estos “estilos de vida” está someramente descrita en el número anterior; pero, es claro que: pobreza, marginalidad, crisis familiares y de organizaciones ciudadanas, modelos delictivos, relativización del valor de la vida humana y del respeto a las normas jurídicas, entre otras, contribuyen contundentemente en la instalación de estos grupos de tipología sectaria, que no sólo son refractarios a la sociedad genérica, sino que, también, invocan drásticas tensionalidades confrontacionales entre pares pandilleros.

4. Las pandillas tienen estructuras de mando autoritario dictatoriales; la pertenencia se relaciona con “fanatismo acrítico e incondicional”; sólo se relacionan con “pares” (con la misma “familia pandillera”), y los “contactos” eventuales con otros grupos pandilleros son de competencia, de rivalidad, de violencia.

5. El ingreso al grupo pandillero estructurado no lo decide “el postulante”. Ser miembro implica cumplir rituales exitosos de “aceptación”, los que, en el caso de las tipologías pandilleras que analizamos, regularmente se relacionan con conductas de violencia extrema (ejs.: golpizas a “enemigos”, acciones homicidas, etc.).

6. El tipo de rituales de “ingreso al grupo pandillero específico”, tiene peculiaridades en cada “pandilla”, pero, como lo he comentado, lo corriente es que derive por actividad relacionada con violencia.

7. El abandono de la pertenencia al “grupo pandillero radicalizado” es leído como “traición”, y la traición se paga… hasta con la muerte.

8. La decisión de “abandonar la pandilla” tiene consecuencias violentas para el disidente, y éstas pueden alcanzar a su grupo familiar y al vecindario. El “huir”, puede salvar la propia vida, pero no la de los familiares ni la de los cercanos.

9. Los delitos de estos grupos son diversos; a título de ejemplo: “secuestros” (entre ellos el conocido como “secuestro express”); homicidios; asaltos; amenazas; exacciones ilegales; extorsiones, etc.

10. Los delitos que realizan las pandillas centroamericanas, no son producto del albur o de la improvisación. Hasta las guerras entre pandillas son planificadas previamente a su ocurrencia. Estudian el contexto de realización de sus acciones delictivas, para asegurar “impunidad” de sus hechos.

11. Los tipos de operación pandilleros, en la comisión de actos delictivos, son producto de larga práctica en las variadas ejecuciones de los mismos. Hay estudios previos del “terreno”, seguimientos, análisis de medios a utilizar, elección del tipo y número de participantes, etc.

12. Las bandas pandilleras centroamericanas, reflejan sus estilos en México y Estados Unidos, además de en los países centroamericanos. Se puede detectar “procesos imitativos del modelo pandillero” en algunas acciones delictivas que se ejecutan en países de América del Sur (ejemplo: el secuestro express).

13. No hay certezas inequívocas, en Chile, de operaciones “propias” de este tipo de organizaciones en tanto que estructuras provenientes de los países en que se originan, pero es posible detectar “prácticas delictivas” que se asemejan, y que estarían “revelando” presencia del modelo comentado. Las facilidades migratorias están animando la “exportación” de los modelos “Salvatrucha y Maras”.

14. Las pandillas denominadas “Maras”, más allá del nombre común, son independientes entre sí. Puede haber acciones centralizadas de una misma “mara” que se subdivide para los efectos prácticos de realizar acciones delictivas en diversos espacios sociales y geográficos. Pero, no debe olvidarse que cada pandilla constituye un “ente” específico, único, exclusivo y excluyente (una “secta”, sociológicamente).

15. Las áreas socio-políticas en que accionan las “maras”, ya están descritas más arriba, pero ello no obsta a que se especialicen en otros espacios sociales que, por inexperiencia preventiva, facilitan las actividades antinormativas de estos grupos minoritarios.

16. Cuando las entidades pandilleras se instalan, vía procesos de “imitación”, en otras sociedades, facilita su acogida la preexistencia de “simpatías”, y la “necesidad” de grupos locales de instruirse en el manejo de medios y conductas para realizar acciones similares a las “admiradas”. El contacto con organizaciones informales locales provoca procesos de recontextualización de sus prácticas, porque las sociedades de acogida presentan, sin dudas, condiciones diferentes a aquellas en que se originó el modelo “imitado”.

17. La “solidaridad delictiva”, es forma habitual de concitar “simpatías”, espacios seguros, convivencia, “connivencia”, e “impunidad”, y en el caso de los grupos pandilleros centroamericanos ella se expresa, con soberbia y prepotencia, cuando la normalidad institucional ejerce formas represivas legales para inhibir y sancionar los ilícitos.

18. En relación a aspectos socio-políticos relacionados con delictualidad, debe hacerse constar que son diversos los elementos que “abonan” en dirección de prácticas criminales. La pobreza es un tema fundante de acciones ilícitas, como lo es la “publicidad” de bienes que no considera las carencias de los impactados por la propuesta consumista, y que optan por conductas delictivas para “adquirir” lo deseado. También juega un rol importante el modelo delictivo cercano que motiva y “modela” las conductas de niños y jóvenes. Hay sectores sociales donde la actitud de transgresión de la ley es un “bien”, y donde el mejor evaluado socialmente es el que puede exhibir cantidad y “calidad” de ilícitos.

19. Es obvio que las actividades delictivas de mayor impacto se relacionan con los ilícitos ejecutados por miembros de las pandillas “maras” y “salvatruchas”, que tienen a su haber miles de personas asesinadas, y una presencia desestabilizante (que puede leerse como la modalidad de “violencia salvaje”) en las sociedades donde realizan sus acciones antijurídicas.

20. Los delitos de mayor envergadura se relacionan con homicidios, y en su ejecución son las pandillas mencionadas las que marcan los ritmos delictivos de más difícil control social, legal y preventivo.

21. Los aspectos socio-políticos de los enclaves que recepcionan a las pandillas centroamericanas, se refieren a sociedades políticas con altas frecuencias de inestabilidad, con inequidad en la distribución de riqueza, con índices fuertes de carencias educacionales, con cifras de desempleo impactantes, etc.

22. Para bandas pandilleras como “maras y salvatruchas”, el fácil acceso migratorio es un convite para ejecutar actividades delictivas con márgenes de “impunidad” manifiestos, que se concretan en la falta de experiencia de las sociedades de “acogida” respecto de estos nuevos modelos delictivos. Si bien no están las condiciones socio-económicas para repetir las mismas prácticas de las sociedades originarias centroamericanas, determinadas conductas criminales pueden concretarse con cierta facilidad (ejs. secuestros, asaltos, robos).

23. Las posibilidades de acción pandillera al estilo “maras”, con ciertos acentos locales, están siempre abiertas. El referente “pandillas”, tiene muchas facilidades de estructuración en algunos grupos de extranjeros migrantes, a los que vía presiones y “amenazas” se los puede condicionar respecto de la “conveniencia” del ingreso a estas entidades que juegan con factores de identidad, desestabilización, y seguridad, en oposición a una sociedad de acogida definida como “xenófoba y discriminatoria”.

24. Uno de los aspectos atractivos para “marismo y salvatruchismo” en países del cono sur de América, pasa por el tema económico y por la inexperiencia de los sistemas judiciales y policiales para enfrentar las acciones delictivas que pueden instalarse como conductas recurrentes, asentadas en “alianzas criminales” entre grupos locales y agentes pandilleros provenientes de Centroamérica.

25. Los modelos delictivos “maras y salvatrucha”, particularmente el primero, son siempre atractivos como propuestas para grupos delictivos y violentos que buscan “renovarse”, vía adopción y adaptación de otras formas pandilleras exitosas.

26. Ciertas conductas de los “modelos maras y salvatruchas” pueden ser asumidas por bandas locales, pero no el comportamiento global de ellas, porque hay necesarios procesos de adaptación a la geografía social de acogida. En el caso de pandillas locales, puede haber una mayor aceptación de un modelo “maras” más integral.

27. Los planes de “contención” siempre parten del principio represivo. En otras palabras, las entidades del Estado son reactivas al hecho sucedido. En mi opinión, la necesaria represión legal a estos grupos cuando ejecutan prácticas delictivas, no puede ni debe excluir la aproximación pedagógica al fenómeno en análisis, desde perspectivas preventivas y beneficiando el uso del factor educacional. Los programas educacionales formales en Chile, no contemplan, pedagogías especializadas y expertas dirigidas a informar y formar a niños y jóvenes estudiantes sobre estos conmocionantes temas, siendo que ellos son los más pasibles de “capturas” por las propuestas de las tipologías pandilleras y de sus componentes tribales urbanos.

28. Los conflictos sociales de pobreza, segregación, xenofobia, frustración familiar y escolar, cesantía, y otros, son algunos de los aspectos que debería tenerse en cuenta para una efectiva acción preventiva relacionada con el fenómeno pandillero de perfiles delictivos.

29. Las acciones legales son reactivas al hecho delictivo ya consumado. La cuestión de rehabilitación no funciona en las cárceles como producto de las malas condiciones de reclusión. La prevención es un marco pedagógico, y para que resulte debe asumírselo como factor educacional obligatorio respecto de niños y jóvenes educandos.

30. Más que aspectos legales relacionados con el legítimo hecho judicial represivo, sancionatorio del delincuente, insisto sobre la importancia de las tareas educacionales para disminuir el impacto, presente y futuro, del hecho pandillero y delictivo sobre los jóvenes.

31. En perspectiva criminológica es urgente una aproximación analítica seria al fenómeno sociológico de las “Pandillas” -incluida la variable del neotribalismo urbano y rural-, que dé cuenta de los hechos delictivos inclusos, de los hechores-autores-comisores de las conductas ilícitas, de las consecuencias sobre las víctimas de las acciones antijurídicas, del control social posible en el sentido de la prevención respecto de los grupos pandilleros e individuos específicos constituyentes de éstos.

32. Si bien la actividad represiva legal (policial y de tribunales) tiene alguna influencia inhibitoria sobre los comportamientos anómicos de organizaciones pandilleras y tribales, siendo que son jóvenes, esencialmente, los destinatarios de eventuales capturas por los modelos asociativos que desestabilizan socialmente, es urgente, insisto, formular programas pedagógicos formativos e informativos dirigidos a la población vulnerable. Debe incorporarse a la educación formal (básica, media, técnica, superior, universitaria, etc.) pedagogías sistemáticas y obligatorias que sean atendidas, en los respectivos centros educacionales, por profesores especializados en estos campos del comportamiento humano. Un mejor saber, una información pedagógica en los momentos sociales y cronológicos adecuados, transmitirá aportes críticos para ayudar a discernir, por los niños y jóvenes, respecto de las ofertas prácticas, ideológicas, y simbólicas, que circulan en los ambientes cotidianos, algunas de ellas profundamente lesivas de la dignidad de las personas.-

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